Por: Pini Raffaele
En Rosario uno puede ser albañil, abogado, médico, chorro (choro se dice en rosarino), prostituta, maestro, gay… pero, o sos canaya o sos leproso. No reconocer alguna de estas pertenencias equivaldría a ser una especie de suizo, o monegasco. Hay por supuesto quienes no se interesan demasiado por el fútbol, pero de alguno de los dos son. Si alguien dice mientras camina por la peatonal “soy de Boca” inmediatamente se le pregunta en qué barrio de Buenos Aires vive. Porque rosarino no es.
Más allá de los energúmenos que van a matarse a palos en cada clásico, canayas y leprosos conviven pacíficamente en la ciudad, sabiendo que no son iguales. Cuando una figura popular manifiesta su simpatía por alguna de las parcialidades, inmediatamente pierde el favor de la otra. Con una sola gran excepción: el Negro Fontanarrosa. Me arriesgo a decir que a todos los argentinos se nos estrujó el corazón el 19 de julio del 2007 cuando circuló la noticia de su muerte, pero sólo un rosarino pudo entender lo que significaba ese pibito con la camiseta de Newel´s y el gorrito entre las manos viendo pasar el cortejo fúnebre. Para el Negro eso debe haber resultado más valioso que el Cervantes de literatura.
Es difícil hablar de él después que lo han hecho Serrat y Sabina. ¿Cómo describir mejor el sentimiento después de ese Mendieta mirando al cielo que publicó Daniel Paz en la portada de Página 12?
Siempre se ha dicho (y mucho más después de su muerte) que no tuvo el reconocimiento académico que se merecía. Pero yo creo que era porque él mismo lo esquivaba. Se manifestaba de una manera tan políticamente incorrecta que boicoteaba toda posibilidad de inscribirlo en el canon. Cuando la mayor institución de la lengua española lo invita y lo sienta al lado del Rey para inaugurar su evento más importante, el tipo se pone a filosofar sobre la importancia de la letra R en la pronunciación de la palabra “mierda”. Está clarísimo! No quería que los muchachos de Arroyito lo vieran juntándose con los del Jockey Club.
Declaró ser un precursor de la deserción escolar y cuando la Universidad de Córdoba le otorgó un Doctorado Honoris Causa dijo “-Esto demuestra lo mal que anda la educación en Argentina”. Y fue con esa actitud con la que nos robó el corazón a todos. Representando nuestras grandezas y miserias dichas por Inodoro Pereyra y meditadas por el entrañable Mendieta. Hasta logró que sintiéramos pena por la soledad irremediable del cruel Boogie y en el final nos regaló esa maravilla que fueron sus cuentos interpretados por nuestros mejores artistas.
Hay una propuesta circulando por Internet para cambiar el anodino 20 de julio por el 19 para festejar el día del amigo. Un Leproso hasta los huesos como el que escribe estas líneas vota a favor de festejar ese día en honor a ese gran amigo Canaya.
Nota: En Rosario nadie llamaría canalla a un Canaya.
Por: Pini Raffaele
Genial!!!!!!!viste Sol porque me gusta decir "la Recalda" de su "repu"....Muy bueno Pini!!!!me encantó lo que escribiste.Grande el Negro!!!!
ResponderEliminarCatalina Gonzalez
MUy bueno!!!
ResponderEliminarGraciela Fernández
Me gustó mucho.
ResponderEliminarMaría Victoria Hermosilla
¡Mierda! Como duele saber que el hombre que alguna vez aspiré a ser ya existió, existe, y que siempre existirá. Una belleza tu texto Pini. Nada que envidiar a Sabina o a Serrat.
ResponderEliminarSaludos desde el sur del sur.