lunes, agosto 23

Nada de ti.

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Era una tarde apacible. Esteban, con un andar abatido, salió a la galería de la casa, se sentó, abrió el sobre y se dispuso a leer. Dos horas antes Ana había dejado sobre sus manos aquel poema…

“No hay susurro de mi piel que renuncie a tus manos.
Hay alba por noche, eclipses por labios y nada de ti…”

No pudo seguir, los ojos se le llenaron de lágrimas, las manos le temblaban. Dejó caer el papel al piso, se reclinó sobre el respaldo del sillón de mimbre y cerró los ojos.

Una lágrima le comenzó a correr por su mejilla. Justo él, que nunca había llorado. Justo él que se jactaba de ser tan hombre. Sintió un fuerte dolor en el pecho. Angustia, tal vez.

No recordaba haber estado tan triste, no tenía registro de tanto sufrimiento pero como "macho" que decía ser tenía que enfrentar esto, tenía que seguir leyendo.

El uso mental, involuntario del verbo en pasado lo aturdió. Notó con repentina alarma que se estaba acostumbrando. El "era" macho. Había sido. Ya no lo era.

Recordó esa fatídica noche, la que había bautizado "noche del escorpión"

Esa noche que lo marcó para toda la vida, esa noche que quedó sepultada en sus secretos más profundos.

“Latidos del pasado que anuncian tus párpados hirientes.
Hay lodo por mares, ocaso por luz y algo de tí...” Continuó leyendo Esteban, de soslayo.

Se vio obligado a recordar, a hundirse en ella. Recordar su piel, su perfume, su voz

¿Cuánto tiempo había pasado? Para el recuerdo y los sentidos nada... todo está intacto.

Con esa extraña continuidad que tienen los pensamientos volvió sobre la imagen de Ana dejando el sobre en sus manos.

-¿No te atreves a leerlo Esteban? ¿Quieres que yo continúe?- Preguntó Ana.

Esteban le pidió que le diera unos minutos. Sus huesos, dijo, y su alma, pensó Ana, necesitaban tomar un descanso. Se dirigió y volvió de la habitación, las piernas le temblaban cada vez más y el dolor del pecho era cada vez más fuerte.

Esteban no podía entender por qué Ana había guardado ese sobre tanto tiempo, ni cómo llegó a sus manos ¿Por qué esperó tantos años? ¿Por qué dejarse engañar? No tuvo la valentía de preguntárselo

Levantó la vista; la figura de Ana se recortaba a contraluz, de espaldas contra la ventana. Desplegó la hoja de papel y leyó el escrito que precedía al poema: “Te volvería a elegir, sin embargo me lo cuestiono cada día…

Me cuestiono el por qué es tan finito el puente entre el amor y el odio, que corto es el camino entre la alegría y la tristeza, entre el placer y el dolor, entre el día y la noche.

Sin embargo no imagino otro rostro, otra voz, otra cuerpo que se recueste a mi lado, otras manos que me recorran....no imagino....

Otra persona que me haga sentir fuego en mi cuerpo y en mi alma, que me lleve a las estrellas. Que me despierte los deseos más secretos de mi ser…

Es tan finito y tenue el puente entre el amor y el odio.... ese que muchas veces irrita mis sentidos, que ama tus manos pero al mismo tiempo no las soporta”.

-¿Y entonces Ana? No entiendo. ¿Por qué decidiste terminar nuestra relación aquella fatídica noche? Si bastaba con que me contaras de tu decisión de irte a vivir a Australia. Yo te hubiera seguido, lo sé.

-Eso no hubiera terminado bien... ... No hay amor que perdure cuando el país de uno se convierte en herida. Vos amabas, amás, este país. No lo hubieras soportado... De hecho nunca más me buscaste. Ana giró lentamente su cuerpo. La luz de la ventana envolvía su figura. Clavó sus ojos en los de Esteban y susurró... –Pero veo que seguís sin entender, de eso se trata, nunca te lo dije, de eso se trata... no quería que me siguieras a Australlia

Esteban comenzó a sentir que esa angustia que sentía en su pecho se había empezado a transformar en hostilidad hacia Ana... Su mirada destellaba odio, las manos se habían puesto rígidas de bronca. Empezó a sentir que sus instintos ya eran irrefrenables.

Esteban siempre había sido inestable. Siempre había sentido que su única emoción clara, inequívoca, era eso que sentía hacia Ana ¿Pero Ana había correspondido, había sabido valorarlo? ¿El estuvo sufriendo como un cerdo, como un estúpido, y ella se daba el lujo de interpretarlo? Había supuesto que él preferiría su país a ella y ¿había obrado en consecuencia? ¿Qué se creía que era? El no era un chico.

Apretó con fuerza el respaldo de la silla donde Ana se había sentado, y donde seguía hablando. Pero él ya no la escuchaba. Le latía la cabeza. -Que se calle esta mujer. Por Dios. Que se calle-.

Apretó más la silla. Los nudillos se le pusieron blancos.

De pronto, sin pensarlo, sus manos actuaron, partieron del respaldo hacia el cuello de Ana. Como en una película las vio apretar hasta que algo chasqueó, algo se rompió. Asustado, dio un paso atrás mientras Ana se derrumbaba de costado.

El sonido de las sirenas llegaba de todos lados, bomberos y policías se acercaban a la casa. Don Ricardo hablaba atolondradamente con el comisario. Nadie respondía al timbre ni los golpes en la puerta. Los bomberos con sus barretas y mazas derribaron la entrada. Un olor nauseabundo venía de la galería. El cuerpo de una mujer en el piso, las moscas revoloteando, y un poco más allá un hombre sentado en un sillón de mimbre balanceándose ininterrumpidamente con la mirada perdida, susurrando…..

"Hay alba por noche, eclipses por labios y nada de tí ..."

Esta historia fue escrita por: Sol Guerrero, Graciela Frnández, Catalina González, María Inés Ferrero,Irene Guitian.

domingo, agosto 22

Mala Suerte

Autores varios

Hoy voy a planificar un día distinto. Lo voy a llamar a Juanma a ver si acepta mi propuesta. Estoy harta de esta rutina, basta de papeles. Hoy no habrá casos, sellos ni expedientes

Era temprano pero Juanma ya debía estar en la oficina así que lo llamé insistentemente, nadie atendía, debían estar desayunando... "¡Qué costumbre! y si en lugar de ser yo se tratara de algo importante… ¿Por qué no atienden?"

Me voy de compras si no puedo hablar con Juanma. Pero como no quería abandonar el plan inicial traté de ubicarlo llamando al celular... sin duda no era mi mañana más afortunada.

-Hola Juanma... ¡por fin! ¿Dónde estás?

-Hola Matu, desayunando.

-Me imaginé... tengo una propuesta para vos. ¿No te gustaría que hagamos algo distinto hoy? No trabajemos, dale. No me digas que ya estás trabajando, eso suelo escucharlo.

-Es que así es, no puedo y sí, estoy trabajando...

-¿Y si mi propuesta es más motivante? Dale, animate alguna vez a sentir el vértigo, la sorpresa, el entusiasmo. Dale salí y vení.

-(sí, sí... entiendo... el caso del pelado... claro.. No, no, yo no voy a ir, lo tengo decidido).

- ¿Podrás cubrirme con el jefe? Pero no me enfermes, decí otra cosa, a ver si me mandan médico (…) Claro que lo voy a pasar bien, vos te lo perdés...ja, ja. Chau, besito

Hermosa mañana de sol, a disfrutar! Juanma no. Entonces habrá que poner en marcha un plan B

Podría aprovechar, ya que me las tengo que ingeniar sola para hacer lo que siempre quise y nunca me animé... ahí está... finalmente, ¿quién necesita a Juan para pasarla bien...? yo no. Comencé a prepararme, una buena ducha, nada de noticias en la radio, sólo música. Mientras escuchaba y tarareaba Black Bird sonó el teléfono. Lo dejé en el living, no voy a atender, cuando salga de la ducha veo quién llamó. No creo que sea Juan.

Caminé sin prisa hacia el baño, había decidido que ese día iba a ser distinto. Me quite la ropa, abrí el grifo de la ducha y me quede un largo rato disfrutando del agua tibia que recorría mi cuerpo. El teléfono volvía a sonar.

No, no, no, no pienso atender el teléfono hoy es un día distinto, relax, disfrute, nada de preocupaciones. Creo que lo mejor que puedo hacer para comenzar este día es reservar con la masajista, sí, hace mucho que no voy.

Después de ahí veo... cine, teatro, alguna feria, música... veremos lo que se presenta.

Llamada de Juanma, seguro se arrepintió pero ahora ya organicé un día sola... voy a dejar el celular en casa. Hoy me niego a que este aparato me controle...

Lista para disfrutar mi día, voy por ese masaje que me relaja hasta el espíritu. Camino a la masajista veo en la calle una publicidad de una feria de moda, diseñadores independientes... Buenísimo, ya sé por dónde seguir.

Bueno, no será un Spa pero lo de Yamila no está nada mal, tiene excelentes manos y si bien la decoración es un tanto kirsch, la luz tenue, el aroma de los aceites y los tenues sonidos hindúes permiten la relajación..., sólo hay que entregarse.

Ahora sí. Relajadita y dispuesta a seguir dándome sorpresas. Me tendría que alejar de acá, demasiado cerca de la oficina. No estaría mal un licuado en algún lugar con vista al río y después a comprar algo de música, sí... ¿pero... ese es Juanma? uhhh, ¿qué hago?

Hago que no lo vi...! ¿Y si se da cuenta? ¡Quién entiende a los hombres! Yo no. Primero me dijo que no y ahora me arruina todo apareciéndose acá! ¿Estará yendo para mi casa porque no atendí su llamado?... Se arrepintió el tonto, seguro. Pero no, ya es tarde…! Él por su lado y yo por el mío.

Traté de alejarme, de seguir con mi tranquilo Plan B pero no podía dejar de pensar en todo lo que apasionadamente había imaginado... Sin mucha conciencia volví sobre mis pasos y crucé la calle…

Otra vez Juanma. Nooo, si está claro que hoy mi día tenía que ser con él y yo lo presentí, pero él no entendió nada y sencillamente se lo perdió. Igual podría interceptarlo para ver su carita rogándome que acepte su arrepentimiento.

Sea como fuere no puedo negar cuánto me gusta. Un amor libre como el nuestro no suele darse tan fácilmente. No hay secretos entre nosotros y nuestro modo de estar carece de vericuetos, de mezquindades. Tener a alguien con quien poder apasionarse y al mismo tiempo compartir cierta mirada del mundo es encantador. Será por eso que los años pasan y nosotros ahí, siempre buscándonos. Lo único que nos distancia es cierta obsesión que él tiene por el trabajo. A mí también me gusta, es cierto, pero cada tanto me entusiasma romper con la rutina que implica y no tener planes previstos… ir haciendo lo que el día ofrece.

Lo voy a alcanzar, sí, lo voy a sorprender… quiero ver su carita de alegría, quiero verlo juntando sus manos frente al rostro pidiéndome disculpas, sonriendo con los ojos, tratando de convencerme de mil maneras que lo sume a mi día libre.

-Holaaaa! Mi bombón! ¿Dónde iba usted? ¿Acaso yendo desesperado a buscarme, arrepentido?

-Matuuu, pará, sacá las manos…

-Epa! Juanma, ¿qué pasa?

-Pasa que Barrientos preguntó por vos y no supe qué inventarle. Hoy era fecha límite para entregar un trabajo y como vos no fuiste se perdió…

-Ahhh, el trabajo de YPF, es cierto…, me olvidé, y bueno, pero lo terminó él supongo… ¿o no?

-No. Lo canceló.

-¿Lo canceló? Pero era mucha plata… No entiendo… ¿y qué dijo? Me habrá insultado de arriba a abajo ¿no?

-Sí… dijo que no va a perder más plata por tu culpa…

-jaja! Qué idiota… y qué, ¿me va a mandar al sector cuentas de castigo? Sabés qué Juanma, no me importa… No cambio eso por el día que decidí regalarme hoy… la vida pasa por otro lado Juanma. Si tengo que pagarlo yendo al sector cuentas y bueno, ahí trabajaré pensando en otros días como este que por cierto todavía no terminó.

-Matu…, Barrientos te echó!

-Y además no está mal porque ahí están todos los compañeros que por una u otra razón han desafiado esta costumbre de considerar el trabajo como un sacerdocio. El trabajo es un medio de vida, no más que eso. Así que me voy a divertir con los chicos…

-Matu… ¿me estás escuchando? Te echó, TE-E-CHÓ… por eso salí desesperado a buscarte…

-¿Qué? ¿Me echó? ¿Cómo me echó? ¿Qué me estás diciendo Juanma? Vos entendiste mal… no puede ser…

-Sí Matu, puede ser… Estaba enfurecido!

-Pero…, no. Debe ser una reacción del momento. Ya sabés cómo es. Pega dos gritos, insulta indiscriminadamente y se le pasa… hay que dejar que pasen los días. Mañana lo miro como le gusta y ya está. Además no es para tanto. Él podría haber terminado el laburo. Si no lo hizo fue porque no quiso. Siempre respondo con todo. Cada trabajo que me toca cuando tiene que estar terminado, está terminado. Por una escapada como la de hoy no puede reaccionar así. ¿Y si me hubiera enfermado? ¿Y si hubiera tenido un accidente? No pasa nada, se enojó pero se le va a pasar. ¿Sabés lo que pasa? Él no tiene vida más allá de la oficina, entonces no puede entender que la gente tenga más de un interés en la vida. Él vive para el laburo y prefiere taparse de trabajo antes que volver a su casa. Ese problema no es mío… yo no me puedo hacer cargo de lo infeliz que es. Que se enamore viejo… que busque otras cosas que le den placer. Que disfrute el mundo. Eso es lo que no tolera de mí. No entiende cómo siempre estoy deseando volver a mi casa… siempre me hace un comentario al respecto. Bueno, esa es una limitación de él…

-Matu… pará, pará. Te quedaste sin laburo Matu. ¿Entendés lo que eso significa? No es fácil encontrar otra cosa en nuestra profesión, tantos años de trabajo ahí… No es una reacción del momento. Lo dijo muy seriamente y me pidió que te avisara que no volvieras.

-Ah sí? Que no volviera te dijo?

-Sí.

-Bueno. Mala suerte entonces!

-Cómo mala suerte Matu… eso es todo lo que vas a decir? No entiendo.

-Sí. Y que tengo todo un día por delante…

-El día, claro… ¿y mañana, y pasado y el resto de los días? No podés pensar en un día Matu. Lo que perdiste por un día de placer lo vas a pagar por años… un día… ¿Y la vida Matu?

-Claro!. Acabo de darme cuenta de eso...

-Qué cosa Matu…

-Que ahora tengo la vida, Juanma.

Escribieron esta historia: Graciela Fernández, María Inés Ferrero, Sol Guerrero, Flavia Louis, MAría Victoria Hermosilla, Irene Guitián.

sábado, agosto 21

El secreto

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Se lo confirmó media hora después de estar sentada en la mesa


-¿Sabés qué pasa Juan? Si se lo digo no hay retorno... Vos sabés cómo es Eleonora, celosa, impulsiva, no escucha, no creo que comprenda las cosas como son. Prefiero mantener en silencio la situación, hasta ver cómo se lo digo. Por favor, les pido a los dos que guarden el secreto.


Los tres amigos se quedaron pensando mientras pedían la cuarta botella de vino de la noche.


-Estas cosas no se manejan así- dijo Domingo, que era el referente del grupo por ser el mayor, rozaba los 65 años.


-Ya sé que no deberían manejarse así- respondió mientras empinaba la botella hacia el vaso como queriendo exprimirla. -Temo que Eleonora cometa una locura al enterarse-


Mientras tanto Eleonora, en su casa, escuchaba música y a pesar de la noche cerrada arreglaba su jardín. Ya estaba pronta la primavera y le gustaba recibirla con todo! Era la estación del año que la hacía sentir feliz, le daban ganas de dejar la cama temprano, acompañada por unos mates y disfrutar del verde y colorido lugar que estaba preparando.


-A vos Juan, tanto como a vos Domingo debo decirles que pensándolo bien el silencio no pasa del fin de semana. Finalmente por tanto proteger a Eleonora de lo que nosotros suponemos va a ser una tragedia estamos colaborando para que siga viviendo en la mentira. No se va a suicidar. Le sobran recursos para bancarse emociones intensas. Ella ama demasiado la vida como para dejarse caer por una traición como esta. ¿O no? Servime más vino Juan, por favor!

Eleonora, mirándose en el espejo descubre una cana, se descubre en su rostro una bella sonrisa y piensa... -¿Sabrá lo que me está pasando? Hoy tengo que enfrentarlo-, mientras acomoda su primera cana. -Ya sé, ante todo uno debe ser honesto pero a veces una mentira es necesaria para evitar malos tragos…, eso mismo…- y se llena una copa de un Malbec, cosecha 2003 -Qué bien sabe…-

Eleonora ya no era la misma de antaño, sus nervios la paralizaban cada vez con mayor frecuencia. Había empezado a tomar unas píldoras para adelgazar que habían acrecentado su mal carácter

-Cristina, vos sabés mejor que nadie, que es lo que pasa cuando no se sinceran ciertas cuestiones. ¿O querés que te recuerde lo que viviste en carne propia, hace unos 15 años?- Dijo Domingo.


-No se te ocurra hablarme de eso Domingo, no se te ocurra hablarme de eso ahora!- contestó ella, poniéndose algo nerviosa... -eso no tiene nada que ver con lo que estamos discutiendo - Se paró para ir al toilette y poder así terminar el tema que tan molesta la había puesto.

-¡No sé para qué sacás esas cuestiones ahora!, sabés cómo la irritan y en definitiva lo que tenemos que lograr es que hable con Eleonora, es la única que puede hacerlo- dijo Juan mientras apuraba su vaso de vino

Cristina estaba molesta, ya había sido bastante pesado convencerlos de no hablar, y ahora a Domingo se le ocurría remover el pasado. No tenía ganas de seguir sentada con ellos. Volvió a la mesa, tomó su abrigo y…

-No, esperá!!!!!-dijo Juan.- ¿qué clase de amiga sos que cuando se te necesita te escabullís?-

-Disculpen, hoy no estoy en condiciones de ayudar a nadie- Tomó su cartera con los ojos
llenos de lágrimas y salió del restaurant tan rápido como una liebre. Miró el reloj, las agujas indicaban casi las 4 de la mañana.

-Te lo dije Domingo ¿ahora qué hacemos?-

En la "Luciérnaga curiosa" apenas quedaba una mesa con una pareja de comensales. La noche era de las últimas que arrastraba el invierno. El clima entre ellos ya no era como hacía tres horas cuando se habían encontrado. Juan se levantó y decidió ir por Cristina. Diez minutos después volvió a la mesa

–Se fue llorando, no quiso volver-

-Qué mina! lo sabía, no tiene coraje. Te advertí que era inútil tratar de convencerla. Vamos a tener que buscar otra manera... Mozo, la cuenta por favor-

Cristina pensaba, mientras el taxista le hablaba del clima y del gobierno. De forma intempestiva dijo -chofer, vuelva, tengo que ir a otro lugar antes de volver a mi casa- le indicó la dirección Golondrina esquina Eucaliptus. Estaba decidida a hablar con Eleonora aunque la hora no fuera razonable.

A minutos de llegar se dio cuenta que era necesario asegurarse que Isabel no estuviera. Los viernes no duerme en casa de Eleonora recordó, así que arriesgó su llegada sin aviso. Le pagó al taxista, bajó del auto y se acercó al portero.

-Soy yo, Cristina-

-Cris… qué hacés a esta hora? Pasá, pasá
Juan y Domingo decidieron caminar sin rumbo certero. Entre silencios y comentarios aleatorios fueron tomando alguna decisión…

-Cristina, ¿pasó algo? preguntó Eleonora con gesto de preocupación.

-No, no, necesitaba hablar con vos.... pero....no sé... hace frío, ¿podemos tomar algo? dijo Cristina, mientras se aseguraba que no hubiera nadie en la casa. -Este es el momento–pensó.

Sabía que a partir de esa noche todo cambiaría, miró a Eleonora y…

-Sé que la hora no es apropiada, pero necesitaba hablar con vos, estuve con Juan y con Domingo hasta hace un rato-.

-¿Que sucede Cristina?, ¿Por qué tanta urgencia en hablar conmigo? ¿Qué es tan importante que no podía esperar?-

-Por favor Eleonora tranquilízate, tomá asiento y escuchame con atención-

Eleonora fue a la cocina a preparar un café. Cristina se refregaba las manos, muy nerviosa, pero ya había tomado la decisión. De pronto escucha pasos que bajaban por la escalera.

-Eleonora, mi amor!! Cielo, te sentís bien?- dijo Isabel que apareció semidesnuda frente a los ojos de Cristina.... No podía creer lo que estaba viendo.

-¡Ay mamá por favor! Cuántas veces te dije que no salgas así del baño, ponete la bata! No la aguanto más! - le dijo al oído a Cristina -desde que no puedo hacerle tomar la medicación está insoportable, ya no quiero que me diga mi amor, ni mi cielo, ni nada! y no sólo eso, ahora mi tío ni siquiera la viene a buscar los viernes, esto es un infierno!-protestaba sin parar. Encima mi viejo, no sé en qué anda... hace mucho que no lo ves?

-Te dije… estuve hoy con él. Con él y con Juan- dijo tímidamente Cristina

-Ah mirá vos, a esta altura está más tiempo con Juan que conmigo-

Cristina jamás se imaginó que Isabel estaría en la casa justo cuando ella estaba decidida a contarle todo a Eleonora. Optó por tranquilizarse y dejar transcurrir el tiempo. De lo que estaba segura era que no se iría de allí sin hablar.

Aprovechando la discusión entre Eleonora e Isabel, Cristina le mandó un mensaje a Domingo... "Estoy por hablar con Eleo..." Minutos después. Respuesta... "Esperame, puedo estar, es mi nieta de la que vas a hablar... corresponde ¿no?"

Quiso contestarle a Domingo pero se había perdido la señal. Salió al patio, aprovechando que seguía la discusión entre Eleonora e Isabel, para lograr enviar la respuesta. Estaba muy oscuro y en el terreno del fondo se escuchaban ruidos muy extraños. La curiosidad fue más fuerte que ella y se trepó al paredón. No podía creer la violencia con que trataban a unas chicas adolescentes tres hombres mayores. -Algo tengo que hacer-, pensó -¿no será este el lugar donde traen menores para prostituir?. (Todos hablaban de esto, pero nadie sabía dónde exactamente)

-Cristina! Vení! Llegó Domingo! -dijo Eleonora...

-Hola Domingo... vení por favor a ver esto ¿escuchás? Esas chicas me parece que necesitan ayuda.

-Noooo, Crisitina, no te preocupes... se juntan siempre ahí y esa es su forma de divertirse. Dale entremos. ¿Estás decidida?-

-Y sí...! vos qué decís…-

-No sé.... me parece que correspondería que María estuviera al tanto, que tendrías que esperar que vuelva de Italia. Debería estar de acuerdo con la decisión de contarle a Cristina... es su hija-

-Sí... y tu nieta... vos no me decís nada pero debe preocuparte la reacción de Cristina ¿no?

-Mirá, recién le decía a Juan, María es grande y tiene derecho a armar su vida como quiera.

No voy a negarte que cuando me enteré de la relación de ustedes me impresionó... eso no quiere decir que me haya caído mal. Vos sos una de mis mejores amigas, a pesar de que podría ser tu padre... y ella mi única nieta. Pero ¿ sabés qué? A esta altura de mi vida de todas las cosas que dejaron de conmoverme la única que me sigue pareciendo que vale la pena es aquello que se hace por amor. Y entre ustedes hay eso, amor! Si hay que pelear por ello hay que pelear...-

-Ayy Domingo, gracias... vos siempre con la palabra justa y alentadora...-

-Vamos, dale, tranquila. Yo te puedo ayudar...

Domingo y Cristina abrazados fueron entrando a la casa.

-¡Gracias amigo! pero no me pidas tranquilidad, Eleonora es muy prejuiciosa, chapada a la antigua, no creo que lo entienda... nos conocemos hace tantos años. Siento que no me perdonará jamás-

-Tal vez sea cierto lo que decís pero sería bueno que recordaras que hace quince años fuiste vos quien tuvo que perdonarla... eso intentaba decirte en el restaurant cuando te ofuscaste. En ese entonces su actitud tuvo que ver con una traición en cambio vos vas a hablarle de una relación de amor...

-Sí... que se la oculté todo este tiempo...

-Bueno, eso no es traición... eso es escamotear información ja! No es lo mismo chiquita!-

-Sos de lo que no existe vos...

-Y sí... dudo que ande otro Domingo por el mundo... menos mal!! Vamos dale... Eso sí! preparte para un ataque de nervios de Eleo, desde que toma esas pastillas anda medio loquita... Es la hora de la verdad, vamos...

-Uy... suena feo eso-

-Sí... eso. Una cuestión de sonido... como son a veces las palabras, sólo sonidos.

Mientras entraban a la casa, Eleonora había logrado tranquilizar a Isabel.

-Bueno sirvo el café y me contás lo que viniste a decirme!-

Cristina seguía muy nerviosa. Domingo apretaba su hombro dándole señales de apoyo. Eleonora entra en la sala con el café, lo sirve y se sienta.

- Bueno, a ver, que es eso tan importante Cristina.

- Lo primero que quiero decirte es que espero que comprendas. La situación se fue dando, no pudimos evitarlo.

- ¿Qué cosa Cris? ¿Con quién?, ¡no entiendo nada! ¡Sé más clara!

- Eso intento Eleonora, no es tan fácil para mí. (Cristina respiró hondo, tomó coraje) Me enamoré de María!! Eleonora la miro con furia

-¿Qué? ¿Cómo pudiste? ¿Mi hija? ¿Con mi hija?

- Sabía que no entenderías, por favor…, mi amor hacia María es sincero, no seas injusta.
Eleonora no sabía qué hacer. Miró a Domingo con furia -Culpa tuya! culpa tuya! mirá lo que lograste! Mi hija lesviana! y con ...esta.... Los odio y preferiría que se fueran…-

Domingo y Cristina intentaron calmarla, pero fue imposible. Salieron de la casa y tomaron un taxi.

-Vayamos a mi casa-, dijo Domingo. -Lo primero que tenemos que hacer es llamar a María.
Tiene que saber cuál fue la reacción de mi hija. Ya pensaremos cómo ablandarle el corazón.

- Sí Domingo, yo sabía que no lo aceptaría. Espero que no desprecie a María por nuestro amor.


-No te preocupes Cris que nada de eso va a suceder... Era previsible que reaccionara así pero en poco tiempo va a entender. María va a saber explicarle cómo fueron las cosas para dejarla tranquila y eso la va hacer reflexionar hasta que un día esto se vuelva un recuerdo...
Camino a la casa de Domingo Cristina recibió un mensaje que lee en voz alta.

-Mensaje de Eleo... "Volvé que quiero que hablemos. Tengo que decirte algo..."

-Uh bueno... lo único que falta ahora es que te diga que María es tu hermana... jaja!!

-Domingooo! Cómo podés hacer chistes ahora... jaja!

-Mirá Cris, el día que deje de reírme será porque estoy muerto... aunque me veas andando. ¿Volvemos?

-Y bueno, vamos!

Ya en la casa de Eleonora.... -Cristina vení, pasá, no soy yo quien quiere hablarte, mamá quiere decirte algo- Isabel sentada en una mecedora, con un gesto, obligó a Eleonora a salir de la habitación.

-Escuchá querida- dijo Isabel a Cristina, mientras Domingo miraba por la ventana. -Hace mucho, mucho tiempo, Eleonora me confesó algo.... Por esa confesión es que no entiendo, o sí, su reacción ante esto. Ella hace años me contó que su matrimonio se rompió porque amaba a otra persona...y esa persona, eras vos, Cristina...

-Qué dice Isabel? gritó Domingo....-Qué está diciendo? por Dios!-

-Jamás me di cuenta de nada, no puede ser Isabel, Ud. debe estar confundida.

-Cuánto hace que no tomás la medicación mujer, estás alucinando. Por eso nos separamos!!!


Cristina se levanta y va en busca de Eleonora, quería confirmar los dichos de Isabel. Sube apresuradamente las escaleras, su corazón latía intensamente. ¿Acaso ella no se había acercado a María por su parecido con Eleonora? Tantos años ocultando sus sentimientos, tantos deseos reprimidos... y ahora Isabel sale con esta historia. ¿Podría ser verdad? Llegó a la puerta del cuarto y se detuvo al escuchar el llanto desconsolado de Eleonora.

-¿Qué haces acá? ¡Te dije que te fueras! ¿Cómo pudiste?" dijo Eleonora mientras seguía recostada boca abajo en su cama.

Cristina se acercó despacio, se sentó en la cama y puso sus manos sobre los hombros de Eleonora...

-Eleo, mirame por favor…

-No, no, no... Vos no entendés todo este dolor, ¡andate!

-Mirame, te lo suplico" dijo Cristina con la voz quebrada…

Eleonora volteó su cabeza, las miradas se cruzaron intensamente, el tiempo se detuvo...


Esta historia fue escrita por: María Victoria Hermosilla, Catalina González, Mirta Gottig, Marcela Silva, Flavia Louis, Ivan Pablo Orbuch, Graciela Fernández y Sol Guerrero

domingo, agosto 8

De tiempos, vientos y amores...

Mi acercamiento a la escritura..

Tras varios intentos y entre juegos, mi primer poema fue publicado en una revista artesanal. Lo escribí a los 13 años, iniciada ya la democracia y teñida por el juicio a las juntas militares. Una historia sobre las Madres de Plaza de Mayo. No era casual. Provengo de una familia que tuvo que lidiar entre preservar la frescura de la infancia, la de mi hermano y la mía, y la necesidad de guardar silencio durante el proceso.

Mis padres, venidos del Paraguay, profesionales y activos militantes del izquierda, fueron perseguidos allá y aquí. En nuestra casa ocasionalmente se hablaba un segundo idioma, estrategia que utilizaban para no involucrarnos en alguna conversación. El guaraní es una lengua que difícilmente se adquiera si no es construido conjuntamente con la lengua madre: es hermético y complejo en su estructura. Nunca lo aprendimos. Y esa era la intención.

Pero la palabra no es todo. Las cosas ocurrían además con el cuerpo. Comprendíamos lo que pasaba. Entendíamos por qué escapábamos de cada sitio. Cuando mi padre desarmaba parte del auto, un Citroën, espiábamos qué iba a esconder en esa oportunidad. Papeles, fotos, libros, documentos. Recuerdo un reloj que, tozudamente, no se podía adherir al guardabarros. Nunca supe por qué no pudo llevarlo puesto. No lo pregunté.

De esa historia arrastré palabras que se volvieron mi primer poema. “Quién es Quién”. Año 1983.

Mi segundo escrito completo, ensayo esta vez, lo escribí un 30 de diciembre de 1990. Cumplía 20 años. Se declaraba el indulto a los militares. Me senté en la terraza y sin poder con la tristeza escribí un largo relato destinado a nadie. O sí, destinado a mis amigos. La noche de ese mismo día había decidido suspender mi fiesta de cumpleaños.

Desde allí acontecieron tiempos de lectura, clásicos y no tantos, de escritura y afectos profundos.

En el 93 dí con el primer amor. Como supo decir Bioy Casares he pasado muchos años comentando el mundo con ese entrañable compañero. Él, 24 años mayor que yo. Fue profesor mío en la Universidad. Le escribí una carta y a partir de allí se animó a mi propuesta de vivir una historia sin condiciones.

Su primer regalo fue un reloj, que nadie tuvo que esconder. El segundo, una novela, “Justine” de Lawrence Durrell (la primera de la tetralogía del Cuarteto de Alejandría – Justine, Mountoulive, Balthazar y Clea).

“En todas partes ando al acecho de una vida que valga la pena ser vivida” decía, precisamente Durrell y así fue. Psicoanalista y lector hasta el hartazgo, conocía el universo literario sin dejar resquicio. Dice en su dedicatoria: “Y amar de una forma tan impremeditada es algo que mucha gente tiene que aprender de nuevo después de los cincuenta años”.

Escribí cientos de relatos y cartas de amor. Esa historia, Justine, me instó a hacerlo.


Año 2003; él en su escritorio, siguió leyendo literatura pero viró hacia un camino inesperado, las neurociencias. Mientras yo ya había iniciado mi novela “Serás a mis ojos, la última distancia”, lenta, confusa, sin destino. Se fue transformando en relatos cortos donde los mismos personajes transitan diversos acontecimientos. Y él, siempre acercando una nueva trama “Mañana en la batalla piensa en mí” de Javier Marías o el “Legado de Darwin” de John Dupré.

Ahí anduve, espiando entre las ciencias, la literatura, la escritura de una historia incierta, de crónicas políticas y ensayos destinados a mis alumnos. Y una vida intensa con él y la escritura.

16 años de historia juntos y las veleidades del alma, que cuando piden permiso ya pasaron la puerta, hicieron que nuestros caminos alteraran el destino. No sin pena ni contradicciones anduvimos tanteando sitios donde reencontrarnos pero por toda grieta pasa el viento parece… y así fue.

Decido escabullirme de cierto desencuentro, una vez más, con la palabra. En la búsqueda de un lugar donde darle entidad a un oficio desorganizado me encuentro en internet con el taller de escritura virtual dictado por Sandra Russo, hallazgo que llega justo en esos momentos en que el tiempo está relegado por el tiempo. Allí decido inscribirme sin saber que en ese sitio, que existe pero no es un lugar, mi vida iba a detenerse para ser una vez más otra…

Doy con un hombre, catalogado por la Russo como “animal de escritura”, que me somete a la distracción, desafía mi rudimentario talento para contar una historia y me ofrece desde Rada Tilly, Comodoro Rivadavia, un relato tras otro que me subordinan al entusiasmo de buscarlo cada atardecer por la web.

Meses después, él, otro amigo virtual y yo decidimos independizarnos del taller literario y conformamos un espacio propio que hicimos llamar “El Rayo Verde”. Allí continuaron deslizándose relatos ficcionales y no tanto, allí se dejaron entrever emociones riesgosas, deseos adormecidos que se desperezaban con beligerancia y promesas propias de un rodaje que uno observa sabiendo que sólo puede ser real si hay un guión que lo sustenta.

Una tarde llegó el prometido abrazo patagónico, “dicen que son uno de los principales atractivos naturales de la Patagonia…”, acusaba su mensaje, y algo de eso hubo, por lo pronto no lo puedo poner en duda… está enlistado dentro de mis siete maravillas del mundo.

Le llevé de regalo “La amante de Bolzano” de Sándor Márai “… te ama, y eso es tan maravilloso como si la luz del alba amara al temporal de la noche…” dice en uno de sus fragmentos y fue allí, en la ciudad de La Plata, en un bar en medio del bosque donde aconteció lo que ninguno esperaba, en dos horas, y a dos almas convencidas de estar tanteando un territorio distante, inverosímil, absurdo… Todo indicaba que nunca más nos volveríamos a ver…

El mensaje que llegó después desde 1800 km de distancia decía “Hubo un momento, tenías la mirada fija en el pocillo, tu mano jugaba con el colgante. El árbol dejó pasar un rayito de luz que dio justo en tu cabeza. Yo juraría que ese rayito, era verde…” Hay que conocer la historia del Rayo Verde para dimensionar su significado, una novela del escritor francés Julio Verne. Dice la leyenda…, ese momento mágico en que dos personas descubren el amor a la vez.

Al día siguiente mi respuesta viajó hacia allí “…sólo se sabe que alguien se lleva una sonrisa de más y queda aquí una pena nueva para andarla, arrastrarla y acostumbrarse a ella. Pero también queda la algarabía de haber vivido el amor por un instante, ante esos intensos ojos verdes que, gracias a los dioses más terrenales, se posaron en un rayito de sol que sólo tuvo la misión de enamorarte.
Tal vez así fue. Y aunque la vida se empecine en despabilarnos, que haya sido es suficiente, por hoy.
Queda constancia que he vivido a un hombre... y nada más...”

Textos, cuentos, ensayos, mails, fueron y vinieron por ruta 3 y por ese mismo camino, o atravesando el cielo, lo que parecía improbable daba sus primeros argumentos. Tiempo de encuentros, de pasiones, de avatares y volteretas que desencadenaron lo que, al tiempo, hoy acontece… que no es poco.

En el año 2009 aquél entrañable amor del pasado inicia en mis brazos lo que fuera su muerte horas después. De allí en más dejó inscripto en mi alma su rostro y el tiempo vivido.

El otro hombre, el de los intensos ojos verdes, me acompañó en el duelo, la tristeza y el amor, en la despedida de un lugar y la búsqueda de una casa nueva, en el pasado y lo que se estaba volviendo vida…

Todo lo que aconteció tuvo que ver con la escritura, con la palabra y el amor a distancia, a regañadientes del deseo de estar. Los encuentros eran exiguos pero en cada caso la eternidad.

“Serás a mis ojos la última distancia” se titula la novela..., y es esa distancia la que él atravesó después de decidir una vida juntos. Y es la misma distancia que mis ojos desean que sea la última… La definitiva nació un 29 de Diciembre y lleva hoy como nombre Vera, que no por imprevisión, significa verdadera.

Por toda grieta pasa el viento decía… pero también todo tiempo redime reflexiones. Cuando los encuentros son perentorios, cuando el amor atraviesa distancias el viento se hace de palabras y todo relato se hace de amores…

El tiempo pasa y la palabra empecinada siempre me ronda, será porque todo relato habla de uno y será además porque entre las siete maravillas poseo la escritura.

Dice un fragmento de la novela pendiente: “Imagino que tendrás serias dificultades para encontrarte con interlocutores válidos. En este mundo la intensidad se paga, y quienes poseemos un entreverado universo interior, por azar o por tozudez, aprendimos a concebir la vida entre la compañía de dos o tres seres infinitos que son, por cierto, una franca multitud, y la literatura. (…) Siempre serás un roedor profesional del alma que no despliega palabra sin certezas. (…) Debiera empezar a contarte, para que conozcas algunas escenas, para ir acomodando las armas y para seguir horadando la conciencia”.

Tal vez la escritura sea para mí ese sitio donde la soledad descansa.

Hay aquí relatos para compartir, historias para contar, ficciones y crónicas que construye la vida cuando nos convoca la sensibilidad. Todo lo demás no es silencio, todo lo demás es intimidad…


Sol Guerrero
Julio de 2010.


El nombre del blog hace alusión a. "En busca del tiempo perdido", una heptalogía de novelas de Marcel Proust, escritas entre 1908 y 1922 y publicadas entre 1913 y 1927. Considerada una de las cumbres de la literatura francesa y universal.

http://es.wikipedia.org/wiki/El_rayo_verde
http://rayoverdetaller.wordpress.com/

sábado, agosto 7

Sin aliento.

Autores varios

Y fue justo en ese instante cuando lo vi que me quedé sin aliento, dudé, traté de pensar, pero mis pensamientos eran lo más similar a una tormenta en el medio del mar. Decidí avanzar, ir hacía él y enfrentarlo....
A medida que me acercaba iba pensando cómo mirarlo, cómo tocarlo, cómo, cómo decirle que ya..., y sin mediar palabra, me desvanecí.
Desperté, tal vez horas, días después, aún no sabía qué había pasado. Me encontraba en mi cuarto. Luna, mi gata fiel, me miraba fijamente. En mi cabeza sólo había confusión, la confusión de la tormenta del mar. Eso era lo único claro.
Cuando logré hacer foco hacia la ventana el desconcierto aumentó, ese objeto, esa imagen, de entresueños, tomó una dimensión inesperada, real. Debo acercarme pensé, pero no, me detuve, me paralicé. Mi corazón latía descontroladamente, mis manos sudaban, mis piernas temblaban hasta que sentí que ahora, esa imagen era la que venía hacia mí. Se acercaba, cada vez más. Traté de retroceder de a poco, y la imagen cada vez más cerca mío.
En ese instante un estruendo interrumpió la línea de mis pensamientos. Me di vuelta. Había recuperado la capacidad de moverme. Y lo hice muy rápido.
La imagen iba en mi dirección. Salí de mi habitación, me di vuelta y ahí estaba, cruzando el marco también. Cobrado el poco aliento que me quedaba, bajé rápidamente la escalera, siempre detrás de mí, mientras bajaba iba tomando, peldaño a peldaño, su forma, mientras Luna pisaba la estela húmeda que iba dejando en su camino...
Dónde está Nicanor -pensé- dónde está...
Busqué la puerta principal, salí, el jardín parecía girar alrededor mío. La brisa del atardecer me abrazaba.
Luna a mi lado expectante.
-¡Luna!- le dije, -vení que te llevo, busquemos a Nicanor-. Cuando me agaché para agarrarla, nuevamente, y con mucha más fuerza, el estruendo. Quedé inmóvil, arrodillada en el pasto con Luna en mis brazos, me clavó las uñas. La había apretado demasiado. Sentí algo tibio que se escurría y me mojaba el camisón. No me importó. Sólo podía pensar en Nicanor. En Nicanor y en la imposibilidad de llamarlo a los gritos, en Nicanor y en el diagnóstico médico que nos había cambiado la vida para siempre.
Por un instante pensé si esto sería obra de él. Nunca había faltado de mi lado y precisamente hoy que necesito su resguardo, no está. Si fuera locura Luna no estaría agazapada esperando que la imagen vuelva a asomarse y yo no seguiría deshidratándome, entonces tomé una decisión. Me di vuelta y arremetí hacia la imagen. -Debo enfrentarme a ella- pensé. Nicanor me preocupaba, estaba enfermo y seguía sin responder. -Tengo que enfrentar esto sola-.
De un salto creí alcanzarla, extendí los brazos, sólo podía escuchar mis propios latidos, mi pecho parecía tener vida propia, mis manos congeladas intentaron llegar a la figura desafiante.
En cuanto la toqué, en ese preciso instante me di cuenta que vi a Nicanor, volví a paralizarme, no podía oír nada a mi alrededor, sólo se repetía en mi cabeza esa imagen, la de él, impactante, ocupando todos los espacios de mi mente, recorriendo todos mis sentidos y mi capacidad de reaccionar. Mi cuerpo ya no me pertenecía, mi mente se entregaba mansamente.
Y todo en mi espacio fluía sin sentido. Nicanor no estaba…
En ese momento escuché, era una voz familiar, muy familiar, me di cuenta por el modo de pronunciar las erres. Era el Dr. Aguirre. Debía abrirle la reja. Tal vez venía a darme noticias de Nicanor, tal vez su llegada fuera casual. Sea como fuere él me salvaría de esta situación. Busqué las llaves, me acerqué a él
-Dr. Aguirre, por favor, ¡ayúdeme! Algo extraño está sucediendo, entre.
-Sí Goxana… ¿qué pasa? Está muy negviosa… ¿Qué le pasa?
-Venga que le muestro… acérquese, pero tenga cuidado, mire donde está Luna ¿ve?
-Sí, sí, veo Goxana… quédese tranquila…
-¿Qué es todo eso, Doctor…?
-Pensé que iba a llegag a tiempo… pero veo que no. La enfegmedad de la que quería hablagle se trata de eso…
-¿Pero qué tiene que ver todo eso, con la enfermedad, Doctor, por favor…?
-Todo eso Goxana, es usted…
-¿Qué? Qué está diciendo…?
-Es una enfegmedad degenerativa… los ógganos se licuan y se van saliendo del cuegpo…
-¿cómo? ¿Y las que están a distancia? ¿Cómo llegaron hasta ahí si yo dormía?
-Creo que eso habría que preguntágselo a ella.
-A quiéeeen?
Mientras sentía que iba perdiendo el aliento… Luna, insistente, no dejaba de lamerse las patas!
-Discúlpeme Goxana ¿Nican..., su marido, estaba durmiendo con usted?
-¿Qué…, Nicanor…?
-Sí, Nicanog también, Goxana…


Escribieron esta historia: Marcela Silva, Catalina Gonzalez, Flavia Louis, María Inés Ferrero, Graciela Fernández, Luciana Mignoli, María Victoria Hermosilla, Irene Guitián y Sol Guerrero.