domingo, julio 18

Registro 3

"De cuando un día cualquiera deja de serlo..."
Por: Sol Guerrero

Suerte

El sábado fue un día de cambios, no internos sino decorativos. Hace quince días Vera cumplió 6 meses y consideramos con Pini que era momento de que tuviera su habitación y nosotros la nuestra.

Tal decisión supuso otra decisión. Desalojar de la pieza en cuestión a mis dos perras. Ellas tenían allí su cama de dos plazas (sí!, ya sé, ya sé… ni me lo digan). La habitación contigua era la nuestra. Era un día de cambios, sí, interno, de nuestra casa digo…

Acepté el duelo. No obstante imaginé alternativas posibles que hiciera menos traumático el traslado, el de Azúcar y Olivia, claro.

A media mañana me arreglé y fui al centro de Adrogué en búsqueda de goma espuma. La idea era armar dos colchones forrados para que durmieran en el living lo más cómodas posible.

La travesía de conseguir goma espuma no es un tema menos importante. No sólo porque no fue fácil conseguirlo, (y ahora no me digan todos que saben dónde se vende) sino porque cuando logré dar con un local la cuestión pasó a ser cómo trasladarlo al auto que estaba estacionado a diez cuadras. Quienes conocen Adrogué saben que no hay situación más compleja que encontrar un lugar en el centro un sábado soleado. La cultura del cafecito y leer el diario es un ritual casi fundamentalista y todos, todos, aunque vivan a tres cuadras, como yo, van en auto. O sea, vamos.

Recordé que era necesario que sacara plata de un cajero. Fin de semana largo. Ya saben, colas interminables en los cajeros de la calle Esteban Adrogué. Estaba con tiempo, así que a hacer la fila nomás y que la suerte esté de mi lado. Que no me toque más de un principiante de la maquinita y trate de aprender in situ, hoy sábado soleado, día de cambios.

Allí me dispuse mientras por supuesto le mandaba mensajes de texto a Pini contándole la situación sólo para evitar el aburrimiento aunque difícilmente a mí me suceda semejante cosa. Siempre, pero siempre, encuentro una idea, un personaje, una fantasía, un proyecto, de donde sostenerme para evitar el tedio.

Sucede que las cosas a mí no me ocurren, más bien me buscan. ¿Qué pasó? Pasó que me ubiqué en la fila, detrás de mí una señora de unos 50 años creo, o más joven tal vez pero muy avejentada, que es lo más probable. Dos hijas, una de 8 y otra de 12, cálculos a ojo. Mientras avanzaba la fila lentamente ya había empezado a escuchar, de esta mujer, cierto modo irritante de dirigirse a su hija más pequeña.

Pasados unos minutos parece ser que la niña más grande en un movimiento “torpe” con su brazo izquierdo roza a su madre y engancha con un anillito, supongo, el sweter, cosa que produce cierto estiramiento de la lana que queda desentramada del orden original que el tejido dibuja cuando se vuelve sweter.

Lo que sigue es el diálogo al que asistí.

Madre- ¿Qué hacés nena?
Niña- (…)
Madre- ¿sos idiota Josefina?
Niña- (…) Con la mirada rebotando en el piso.
Madre- Mirá que sos tarada, ¿por qué no te hacés eso en tu pullover? Sos imbécil eh…! Contestame
Niña- (………)
Madre- Como te daría vuelta la cara de un sopapo pelotuda!
Niña- (…) se acerca un poco a su madre
Madre- Salí imbécil, la puta que te parió Josefina, mirá el pullover. Ay cómo te cagaría a palos!
Niña- (….) Su hermanita se acerca y apoya su cabeza en el brazo de la niña.
Madre- Una más estúpida que la otra…

¿Cómo explicarles? La furia que sentí no se alejaba en nada a la que debe sentir alguien que odia sin medida y es capaz de matar en una pelea mano a mano con el odiado.

Como una instantánea surgió de mi memoria el recuerdo de una tarde en el zoológico, siendo yo muy pequeña, cuando mi padre se trenzó en lucha, así dicen los medios, con un señor que le había pegado a su bebé de no más de 1 año por haberse caído en la tierra y haber ensuciado su vestidito blanco. O sea, se agarró a piñas con el padre de la chiquita porque no pudo soportar que la agrediera físicamente. Nunca voy a olvidar esa imagen.

Pensé infinidad de cosas, insultar a la señora, denunciarla ante alguien, ¿ante quién? ¿Con qué motivo? ¿Maltrato psicológico? ¿Maltrato infantil? ¿Cómo lo pruebo? ¿Por un diálogo de 5 minutos en la calle?

Delante de mí quedaba sólo un chico por entrar al cajero. Giré mi cabeza, miré a la señora con la mirada más desagradable que pude lograr y ella, por supuesto, sin el mínimo registro seguía intentando acomodar ese sweter detestable.

”Madre de mierda”, pensé. Por cierto la miseria humana no excluye a las madres. ¿Qué me sorprendía? ¿Qué se valora tanto de las familias heterosexuales? ¿Qué se les endilga a las madres como condición natural? Si no hay nada más que eso a priori, la posibilidad biológica de tener hijos. De ahí en más sólo una mujer y su circunstancia. La maternidad, tal como la concebimos en occidente al menos, es una situación que finalmente cualquiera puede cumplir si hay deseos de conformarse como responsable afectivo de un ser. Nada nuevo bajo el sol a esta altura.

Sigo: El chico que estaba delante de mí salió del cajero anunciándome que no había más plata. Lo miré unos segundos, “mala suerte” me dijo. Claro, mala suerte pensé; los padres también pueden ser producto de la mala suerte de un hijo. Ahora, uno puede doblarle la apuesta a la desgracia para intentar, al menos, que no reine sólo el azar ¿no?

Bueno. Retiré mi espalda del vidrio, giré como para salir de la fila, perfilé mi cuerpo, me acerqué a la niña, la tomé por detrás, de la cintura, casi que la abracé y le dije al oído con un tono lo suficientemente discreto pero alto. “Buscate otra madre mi amor, no son todas así, no dejes que te maltrate”. La señora observó pero a pesar de mi cuidado escuchó y con un tono más que desagradable e imperativo me dijo:

Madre -¿Qué? ¿Qué te pasa nena?
Yo- Me pasa que sos una reverenda hija de puta… eso me pasa.

Empecé a caminar con mi mirada rebotando en el aire y temblando, como esa niña tal vez, pero complacida de mí, a diferencia de ella.

Pensaba, minutos después, cuánto pudo haber afectado a Josefina mi comentario y cuánto camino recorrerá en su cabecita hasta que algún día cobre sentido. “¿Será?”

“Ojalá”, me dijo Pini, al tiempo que le besaba la nariz a Vera mientras su mirada se incrustaba en el cielo. Es una cuestión de suerte insistí y Vera la tuvo con nosotros, como intención al menos..., lo demás, como todo amor, es un trabajo que
se inicia cada mañana bien temprano.

Por: Sol Guerrero

5 comentarios:

  1. muy bueno!!!, habría que ir pensando en un blog de escritos sobre situaciones cotidianas, cada vez salen mejor
    Nené Trecco

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  2. Muy bien Sol! No te quedaste con el entripado!!! Cuan diferente hubiera sido si esa Madre hubiera dicho, no te preocupes mi vida sólo es un pulover, cuando lleguemos a casa vemos si se puede arreglar. Ovio para esa niña!!!
    María Victoria Hermosilla

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  3. Ahora hablando en serio: muy bueno el relato, Sol. Deberías armarte un blog. El tema es que el blog es más inaccesible. cuesta más que la gente te pueda leer. Así que te sugiero que hagas las dos cosas: publicá en blog y en FB y sanseacabó.
    María Inés Ferrero

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  4. me hiciste llorar sol!!! es el sueno de mi vida ser madre y creo q jamas podria tratar asi alguien tan indefenso, definitivamente la vida para los hijos es injusta a veces, ya que hay hijos que no cambian a sus padres por nada, (no creo que vaya a ser este el caso) y me hiciste reir porque no se porque te imagine puteando a esa mina jajaja. Muy bueno todo lo que escribis sole
    Noelia Gonzalez

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  5. NO PODIA DESPEGAR LA VISTA DE LA PANTALLA PARA SEGUIR LA LECTURA...TE QUIERO POR LO QUE SENTIS Y POR LO QUE HACES...GRACIAS SOL
    Natalia Lozano

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