Por Pini Raffaele
Por unos cuantos años de diferencia no llegué a vivir el primer peronismo. Provengo además de un hogar antiperonista y en el ´73 tenía apenas trece años. O sea que, de un modo u otro, nunca pude vivir a pleno los momentos de gloria del peronismo. Siempre supe que me había perdido algo importante.
A los veintidós años me fui a vivir a la Patagonia, y en aquella época era como desenchufarse del mundo (no existía ni la televisión por cable y los diarios llegaban casi al anochecer, cuando llegaban). El primer presidente peronista que pude seguir de cerca fue Carlos Saúl I de Anillaco y no hizo otra cosa más que alejarme de lo que ellos mismos llamaban “un sentimiento”.
Cuando asumió Néstor Kirchner, tuve una ráfaga de entusiasmo con sus primeras medidas de gobierno, porque parecía un socialista. Pero al poco tiempo encolumnó a la CGT, negoció con lo peor de la política bonaerense, y dejó intactos muchos nichos de poder económico que le resultaban funcionales. “Y claro – me dije – es un peronista”. De hecho, ni siquiera la voté a Cristina porque me resultaba una incógnita indescifrable. Hasta que llegó el enfrentamiento con los terratenientes. En esa instancia jamás dudé de qué lado estaba, a pesar de haber visto a verdaderos chacareros en las rutas. Tiempo después ellos mismos confesaron el modo en que habían sido traicionados por la Sociedad Rural y por su propia conducción.
Después vinieron la jubilación para todos, la asignación universal por hijo, el fútbol para todos, el seis por ciento del PBI para educación, los millones de netbooks gratis para los chicos, el matrimonio igualitario, la reducción drástica de la deuda (incluyendo quitas de hasta el 70% en el pago)… y mil etcéteras más. Y yo ahí, paradito en la misma vereda de aquellos a quienes nunca había entendido del todo.
Y se murió Néstor. Ayer.
Hace un año casi vivo en el conurbano bonaerense. Del lado pobre. Trabajo en una Universidad con miles de pibes pobres. Y desde ayer, sólo se percibe tristeza. De la profunda, de la sincera, como la de Evita que vi en los documentales.
Ayer también fui a la Plaza y vi lo mismo. Hombres, mujeres y chicos del color de la tierra llorando quietamente. La sorpresa quizás, es que eran minoría. Una significativa mayoría eran clase media y jóvenes en particular. La Facultad de Sociales de Lomas, del Decano para abajo (o mejor dicho para el costado), con los ojos rojos.
Por primera vez sentí que yo pertenecía a ese lugar.
A ese tipo al cual le desconfié, tuve que reconocerle que hizo lo posible y que lo hizo maravillosamente bien. Que de sólo pensar el estrago del que se hizo cargo y lo que logró en cuatro años, parece ciencia ficción. Pero por sobre todas las cosas, le tengo que agradecer que me devolvió la Política.
Veo algunos amigos, que no pertenecen a ninguna elite, tan desenfocados como lo estuve yo en los ´90 y no hallo el modo de transmitirles todo esto.
Y ese tipo, con su muerte, parece estar diciendo “Secate los mocos, ahora te toca a vos”.
Pini Raffaele, 28 de octubre de 2010
Lo unico que puedo decir.....Excelente!!!. Santiago de El Hoyo
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