Por Sol Guerrero
Ayer, en una reunión laboral, escuché decir... "la Argentina tiene serios problemas de memoria". A veces pareciera cierto y otras no tanto. Hubo acciones de lucha y reclamos de castigo que reivindican a nuestra sociedad. La historia, y no otra cosa, lo confirma.
La memoria de un pueblo es una práctica social que las generaciones van construyendo y que, a su vez, va definiendo su identidad.
Pero también en toda sociedad aparece la tentación de caer en lugares comunes, frases hechas que nos representa y que, en su sentido, excluye la memoria. No debe haber expresión más reaccionaria que "Hay que mirar para adelante..." (Sobre todo cuando todo ese enunciado culmina con un punto). No sería lo mismo continuar diciendo “…y para ello es necesario revisar el pasado porque todo pasado define y redefine el futuro..." o algo parecido que, esencialmente, no niegue la historia, que dicho sea de paso, siempre es pasado.
No es menos cierto que la historia tradicional al menos, está relatada a través de grandes acontecimientos, de sucesos que se conformaron en hitos, algunos para conmemorar y otros para, justamente como ejercicio de la memoria, repudiar, con la ilusión de no reproducir "nunca más".
Ahora bien. Hay una vida cotidiana en todo país que se yergue sobre acciones políticas permanentes. Decisiones que, como un entramado, van permitiendo que la vida social tenga continuidad y cierta previsión. Un gobierno bienintencionado aspira a eso que llamamos un proyecto de país que haga de las relaciones sociales, de las medidas económicas, de la gestión política, instrumentos dispuestos a mejorar la calidad de vida de una sociedad. Por supuesto, con los vaivenes que todo gobierno debe enfrentar y que, negociaciones mediante, va ejerciendo.
Estas acciones políticas son de tan variada importancia, necesidad y cantidad que se van sucediendo sin que una sociedad pueda tomar nota de cada una de ellas. Lo que finalmente decanta, se hace visible, es una imagen general de lo que representa ideológicamente el sector político que en cada momento histórico se hace cargo de la gestión de un país.
Pues bien. Ante estos días que transcurren habrá que tomar nota, afinar la memoria y subrayar toda letra que inscriba, en la historia presente, las acciones políticas que la oposición está encausando. Siempre y cuando, claro, como sociedad, estemos de acuerdo en pretender un país más justo. Pero honestamente y concienzudamente más justo para cada uno de nosotros como individualidad pero más aún para cada uno de nosotros, como parte de los otros, como comunidad.
Será necesario tener en cuenta entonces…
Que la oposición viene promoviendo acciones sin objetivos políticos comunes, con el sólo fin de debilitar a un gobierno que pretende, como es de suponer, “imponer” un modelo de país que en principio no se subsume religiosamente a los intereses de las grandes corporaciones mediáticas, económicas, empresariales, políticas, entre otros.
Que la oposición ha votado en más de una oportunidad en contra de medidas que desde su concepción viabilizan cierta movilidad social, orientan la vida hacia una concepción más justa y equilibrada de la distribución de la riqueza y el fortalecimiento del Estado otrora devastado por modelos antipopulares. (AFJP, retenciones, Asignación Universal por Hijo, jubilaciones móviles, limitaciones a la exportación, uso de reservas para aliviar intereses, ley de medios, estatización de Aerolíneas Argentinas, entre otros).
Que la oposición hoy, instala una escenografía política que supone la lucha por la ley en favor de los pasivos para otorgarles el 82% móvil de jubilación. Está claro que no es un gesto repentino de conciencia, ni de amor por los mayores, ni de justicia social, ni de igualdad, ni nada parecido… Que sólo se trata de una maniobra política a sabiendas de la imposibilidad de su implementación. ¿Será necesario explicar a esta altura el miserable manejo maniqueísta al que se suman todos los integrantes de la nefasta e irresponsable oposición Kirchnerista?
¿Para qué? Habrá que decirlo una vez más…
Para empujar al gobierno a verse obligado a vetar la ley y eso suponga un fuerte costo político para la Presidenta Cristina Fernández, ni más ni menos.
No hay posibilidad de error en esta lectura, no hay miradas subjetivas, ni puntos de vista, ni concepciones ideológicas que la sostenga. El relativismo político tiene límites también. Los fundamentos que la oposición declara como fuentes de financiamiento carecen de tanta seriedad que les faltaría decir que, además, el dinero puede salir de las muertes que se producen por año en accidentes de tránsito en tanto pueda retenerse un porcentaje que las aseguradoras pagan de indemnización. Ridículo. Ninguna de las supuestas fuentes de financiamiento propuestas podría garantizar el pago permanente del 82% móvil.
Entonces que quede constancia…
Que buena parte de la oposición votó en contra de la estatización de las AFJP, situación que permite hoy que se pueda discutir sobre el 82% móvil. De lo contrario estas empresas seguirían “administrando”, por lo tanto especulando, con los ahorros de los jubilados. Está claro qué pretendía la oposición en su momento protegiendo a las AFJP
Que gran parte de la oposición votó en contra de las jubilaciones móviles. Nada sería posible, ni siquiera los aumentos automáticos que los jubilados vienen teniendo y que alcanza a más de un 500% desde la gestión de este gobierno y el anterior. No hace falta decir que boicotearon una progresiva mejor calidad de vida de los jubilados.
Que la oposición pretende que se aprueba la ley del 82% móvil a sabiendas de que el Estado en pocos meses podría desfinanciarse provocando un default. Si así fuera queda claro quienes serían los responsables.
Que la oposición sabiendo que es imposible llevar adelante el pago del 82% móvil sigue adelante sólo para debilitar al actual gobierno. Mientras tanto hace uso de la demagogia, se burla de los viejos, crea falsas ilusiones cuando en verdad nada les importa. Queda claro también quienes están jugando con las expectativas de este importante sector de la sociedad.
Que si no se aprobara la Ley o la Presidenta decidiera vetarla, la oposición, cualquiera de los sectores, si ganara las elecciones en 2011, tendrá su oportunidad y se ocupará obviamente de promulgar como primera ley en la gestión el 82% móvil para todos los jubilados del país. Es la sociedad la que deberá estar atenta a que ello suceda…
Nada sería más beneficioso para este gobierno que poder aprobar esta Ley, aunque más no fuera por demagogia o para tener rédito político.
¿Será que la oposición además de endilgarnos la pérdida de memoria nos ven como retrógrados ciudadanos capaces de creer en semejante maniobra política?
¿Será que está especulando con la desmemoria a corto plazo que suelen padecer los ancianos?
Cualquiera sea la intención permítaseme decir que la memoria, a veces, se defiende y se reaviva ante tantas intenciones de menospreciarla…
Tómese nota entonces… para no lamentarnos en el futuro de nuestros olvidos arruinando así un proyecto de país que el gobierno, con todas sus contradicciones, viene promoviendo para cambiar la historia de los Argentinos.
“Este gobierno podría ser mejor”. Sí, siempre puede ser mejor, pero las verdades de Perogrullo aburren… A cambio de eso que quede constancia que no parece haber nadie dentro de la oposición que esté dando gestos para superarlo… Excepto, claro, que estemos tan envejecidos que, a corto plazo, la memoria pueda jugarnos una mala pasada… Habrá que ver…
Sol Guerrero
miércoles, septiembre 8
martes, septiembre 7
El último gesto.
Autores varios
Se llega caminando por el segundo subsuelo, se toma un pasillo que atraviesa la manzana, se topa con el fondo, y justo ahí, donde termina, está la puerta que dice: Área Expedientes.
El jefe del área, Jesús Altavista, daría la noticia a las 12. 30 hs...
-¿Están todos?- preguntó.
-No, patrón, falta el Eulalio-, dijo Juancho, bautizado por sus compañeros como el alcahuete.
-¿Y dónde está el Eulalio, Gutiérrez?- le preguntó Altavista...
Juancho Gutiérrez estaba a punto de mandarlo al frente, pero Tito, la hormiga laburante como le decían, lo interrumpió.
-Me pareció escucharlo adelante preguntando por el baño, no sé...- y al oído le susurró a Juancho: -Frente al patrón y en estos momentos nos tenemos que cuidar todos, porque cualquiera puede salir mal de esta, así que guardate para después las cosas que tenés con el Eulalio-
Altavista encendió un cigarrillo, se paró frente a la mesa principal del lugar, apoyó sus manos a cierta distancia y se inclinó hacia adelante.
-Lo esperamos entonces...-
Los compañeros, algunos, sabían en qué andaba Eulalio y por un lado se alegraban pero por otro tenían temor que el patrón se enterara. Todos sabían lo que sucedía en el sótano, en el archivo, rodeados de expedientes y telas de arañas, entre la Rosita (la hija adorada del patrón) y el Eulalio.
Jesús Altavista estaba nervioso, de otro modo no hubiera encendido un cigarrillo frente a los empleados. Se cuidaba bien de cumplir las reglas y hacer buena letra con el supervisor.
Con el pelo revuelto y la camisa desabrochada tambaleándose entró Eulalio a la reunión. Ninguno pudo contener la risa cuando vieron la cara que puso al encontrarse con la mirada de Altavista. "Este es mi fin”, pensó. Y en el salón se escucha la voz elevada de Altavista diciendo…
-¿De qué se ríen todos ustedes? Ordeno que alguien me dé una explicación ¡ya!-.
El silencio fue definitivo, aún cuando Eulalio no era portador de la simpatía de todos. Sin embargo, entre los compañeros de trabajo, hay una ley que no se viola..., la solidaridad ante la patronal.
Altavista, ante la reacción, supo que sería en vano insistir. Enderezó su espalda, y siguió...
-Bueno, esta reunión muchachos es para contarles el estado de situación. En virtud de la Ley Laboral Nº 11502, por un lado,esta empresa ha decidido hacer reducción de personal y por otro que algunos de uds. ascenderán en el cargo. Por ejemplo, Eulalio pasará a ocupar mi lugar.... yo ya no puedo seguir.
A partir de allí sólo se escucharon gritos y discusiones, empujones entre unos y otros.
Ante el desconcierto y la furia de todos se la vio a Rosita bajar por la escalera con un andar inquietante.
-Bastaaaaaaa!- dijo en un solo grito. -Eulalio va a ocupar el lugar de Jesús, mi padre, por decisión mía y no se van a aceptar cuestionamientos-.
Juancho sintió que era momento de delatarlo. Se sabía un poco cobarde para enfrentar a los compañeros y un poco bruto para entenderse con los de arriba pero la situación era insostenible. No podía permitir que premiaran a Eulalio, a ese mal nacido que le juega a todos por atrás.
Juancho corrió hasta estar frente a frente de Altavista. En vano fue que lo intentaran frenar.
-¡Patrón! No puede el Eulalio ser su reemplazo-
-¿Por qué Gutiérrez?- preguntó Altavista.
-Es que él...él....con la Rosita...con su hija patrón...-
Altavista se estaba poniendo rojo de furia. Mientras escuchaba a Gutiérrez miraba a Eulalio y a Rosita.
-Siga...qué pasa con mi hija, dígalo de una vez!-
-Bueno... no me va a decir que no sabe que el Eulalio y la Rosita…, ya vio.
-¿Qué vi?- lo interrumpió Altavista.
Juancho gesticulaba pero no terminaba de completar ninguna palabra coherente.
-No tengo todo el día Gutiérrez. Si no va a decir algo sensato, por favor no moleste-
-Espere patrón, lo que le quiero decir es que abra los ojos!-
-Gutiérrez… los tengo abiertos, ¿qué pasa?
-Es que su hija y el Eulalio son… ¡sus traidores!-
-¿Mis traidores? qué está diciendo Gutiérrez. No se le estará cruzando por esa mente acotada que usted tiene, que Eulalio flirtea a la Rosita ¿no? Mire, voy a dejarlo pasar si así fuera porque será por despecho que usted lo hace pero para que le quede claro voy a decirle que mi Rosita está muy comprometida con un poderoso empresario al que seguramente en poco tiempo voy a conocer y con el que se va a casar... ¿le queda claro?-
Todos se miraron... Gutiérrez a Eulalio, Eulalio a Rosita, Rosita a su padre. Los ojos rebotaban las paredes. Eulalio enrojecido, impertérrito, se secaba las manos en el overol tratando de entender la situación. Mientras Rosita ya no podía levantar la vista y su cuerpo parecía entregado.
Eulalio tomó impulso, se fue acercando quedando a centímetros de Altavista, inclinó su torso y dirigiéndose a su oído derecho dijo unas palabras a Altavista de las que sólo trascendieron sonidos indescifrables…
Altavista ni se inmutó, lo alejó a Eulalio tomándolo de los hombros, miró a todos y dio la noticia.
Por decisión de Eulalio, que acaba de renunciar, quién ocupará el cargo será Tito.
Eulalio miró a Tito, con una media sonrisa fue retirando todo su cuerpo del lugar. Casi llegando a la puerta se lo vio meter la mano en el bolsillo de atrás del pantalón. Nadie sabe con seguridad si en ese último gesto se pasó el pañuelo por la frente como siempre, o dejó estampada unas lágrimas antes de salir.
Rosita corrió hacia la puerta, la cerró con llave, tomó el pañuelo del piso y lo guardó en su seno.
Escribieron esta historia: Catalina González, Marina Corradini, Sol Guerrero, Graciela Fernández, María Victoria Hermosilla
Se llega caminando por el segundo subsuelo, se toma un pasillo que atraviesa la manzana, se topa con el fondo, y justo ahí, donde termina, está la puerta que dice: Área Expedientes.
El jefe del área, Jesús Altavista, daría la noticia a las 12. 30 hs...
-¿Están todos?- preguntó.
-No, patrón, falta el Eulalio-, dijo Juancho, bautizado por sus compañeros como el alcahuete.
-¿Y dónde está el Eulalio, Gutiérrez?- le preguntó Altavista...
Juancho Gutiérrez estaba a punto de mandarlo al frente, pero Tito, la hormiga laburante como le decían, lo interrumpió.
-Me pareció escucharlo adelante preguntando por el baño, no sé...- y al oído le susurró a Juancho: -Frente al patrón y en estos momentos nos tenemos que cuidar todos, porque cualquiera puede salir mal de esta, así que guardate para después las cosas que tenés con el Eulalio-
Altavista encendió un cigarrillo, se paró frente a la mesa principal del lugar, apoyó sus manos a cierta distancia y se inclinó hacia adelante.
-Lo esperamos entonces...-
Los compañeros, algunos, sabían en qué andaba Eulalio y por un lado se alegraban pero por otro tenían temor que el patrón se enterara. Todos sabían lo que sucedía en el sótano, en el archivo, rodeados de expedientes y telas de arañas, entre la Rosita (la hija adorada del patrón) y el Eulalio.
Jesús Altavista estaba nervioso, de otro modo no hubiera encendido un cigarrillo frente a los empleados. Se cuidaba bien de cumplir las reglas y hacer buena letra con el supervisor.
Con el pelo revuelto y la camisa desabrochada tambaleándose entró Eulalio a la reunión. Ninguno pudo contener la risa cuando vieron la cara que puso al encontrarse con la mirada de Altavista. "Este es mi fin”, pensó. Y en el salón se escucha la voz elevada de Altavista diciendo…
-¿De qué se ríen todos ustedes? Ordeno que alguien me dé una explicación ¡ya!-.
El silencio fue definitivo, aún cuando Eulalio no era portador de la simpatía de todos. Sin embargo, entre los compañeros de trabajo, hay una ley que no se viola..., la solidaridad ante la patronal.
Altavista, ante la reacción, supo que sería en vano insistir. Enderezó su espalda, y siguió...
-Bueno, esta reunión muchachos es para contarles el estado de situación. En virtud de la Ley Laboral Nº 11502, por un lado,esta empresa ha decidido hacer reducción de personal y por otro que algunos de uds. ascenderán en el cargo. Por ejemplo, Eulalio pasará a ocupar mi lugar.... yo ya no puedo seguir.
A partir de allí sólo se escucharon gritos y discusiones, empujones entre unos y otros.
Ante el desconcierto y la furia de todos se la vio a Rosita bajar por la escalera con un andar inquietante.
-Bastaaaaaaa!- dijo en un solo grito. -Eulalio va a ocupar el lugar de Jesús, mi padre, por decisión mía y no se van a aceptar cuestionamientos-.
Juancho sintió que era momento de delatarlo. Se sabía un poco cobarde para enfrentar a los compañeros y un poco bruto para entenderse con los de arriba pero la situación era insostenible. No podía permitir que premiaran a Eulalio, a ese mal nacido que le juega a todos por atrás.
Juancho corrió hasta estar frente a frente de Altavista. En vano fue que lo intentaran frenar.
-¡Patrón! No puede el Eulalio ser su reemplazo-
-¿Por qué Gutiérrez?- preguntó Altavista.
-Es que él...él....con la Rosita...con su hija patrón...-
Altavista se estaba poniendo rojo de furia. Mientras escuchaba a Gutiérrez miraba a Eulalio y a Rosita.
-Siga...qué pasa con mi hija, dígalo de una vez!-
-Bueno... no me va a decir que no sabe que el Eulalio y la Rosita…, ya vio.
-¿Qué vi?- lo interrumpió Altavista.
Juancho gesticulaba pero no terminaba de completar ninguna palabra coherente.
-No tengo todo el día Gutiérrez. Si no va a decir algo sensato, por favor no moleste-
-Espere patrón, lo que le quiero decir es que abra los ojos!-
-Gutiérrez… los tengo abiertos, ¿qué pasa?
-Es que su hija y el Eulalio son… ¡sus traidores!-
-¿Mis traidores? qué está diciendo Gutiérrez. No se le estará cruzando por esa mente acotada que usted tiene, que Eulalio flirtea a la Rosita ¿no? Mire, voy a dejarlo pasar si así fuera porque será por despecho que usted lo hace pero para que le quede claro voy a decirle que mi Rosita está muy comprometida con un poderoso empresario al que seguramente en poco tiempo voy a conocer y con el que se va a casar... ¿le queda claro?-
Todos se miraron... Gutiérrez a Eulalio, Eulalio a Rosita, Rosita a su padre. Los ojos rebotaban las paredes. Eulalio enrojecido, impertérrito, se secaba las manos en el overol tratando de entender la situación. Mientras Rosita ya no podía levantar la vista y su cuerpo parecía entregado.
Eulalio tomó impulso, se fue acercando quedando a centímetros de Altavista, inclinó su torso y dirigiéndose a su oído derecho dijo unas palabras a Altavista de las que sólo trascendieron sonidos indescifrables…
Altavista ni se inmutó, lo alejó a Eulalio tomándolo de los hombros, miró a todos y dio la noticia.
Por decisión de Eulalio, que acaba de renunciar, quién ocupará el cargo será Tito.
Eulalio miró a Tito, con una media sonrisa fue retirando todo su cuerpo del lugar. Casi llegando a la puerta se lo vio meter la mano en el bolsillo de atrás del pantalón. Nadie sabe con seguridad si en ese último gesto se pasó el pañuelo por la frente como siempre, o dejó estampada unas lágrimas antes de salir.
Rosita corrió hacia la puerta, la cerró con llave, tomó el pañuelo del piso y lo guardó en su seno.
Escribieron esta historia: Catalina González, Marina Corradini, Sol Guerrero, Graciela Fernández, María Victoria Hermosilla
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